El fútbol se ha visto conmocionado desde que el FBI anunció la detención de varios miembros vinculados al Ejecutivo de la FIFA, encabezados por Joseph Blatter, quien tras su renuncia de este martes, ha dividido al mundo.

Que la cosa sabía mal, no es noticia. Que hay gato encerrado… pues tampoco. Sin embargo, en cuatro días el suizo ha pasado de ser el superhombre capaz de hacer bajar del caballo al único oponente, a ser rehén de los deseos del universo fútbol.

«Aunque he sido reelegido en elecciones y tengo el apoyo de los miembros de la FIFA, no me siento apoyado por el mundo del fútbol».

Este argumento, referido a a futbolistas, afición, y varias asociaciones miembro del órgano rector que regenteaba desde 1998, suena absurdo dicho por quien una semana antes parecía inmune a la acusación de cómo era posible que no supiera nada de los tejes y manejes que sus colaboradores estaban haciendo, según él, a sus espaldas.

Suena absurdo sabiendo además, que a pesar del discurso de Michel Platini al ser reelecto en la UEFA, este había aconsejado al suizo no presentarse a las elecciones del pasado viernes, y además, diferentes asociaciones lo tenían encabezando la lista de cosas a cambiar para mejorar la imagen de la FIFA.

Así pues, como era de esperarse, desde el país de los inventores del fútbol, llegaron las primeras muestras de alegría por el anuncio del suizo de 79 años:

«Es una buena noticia para el mundo del fútbol, es el primer paso hacia una verdadera reforma de la organización», ha manifestado la Federación Inglesa a través de su presidente Greg Dyke, y de David Gill, ex directivo del Manchester United, quien rechazó el puesto de vicepresidente días pasados, por «no tolerar servir al Comité Ejecutivo junto a Blatter».

El presidente de la Federación Francesa (FFF), Noel Le Graet, destacó que la dimisión «permite volver a empezar sobre una nueva base»; al tiempo que su par de la Federación Alemana (DFP) tildó a la decisión de Blatter como «absolutamente correcta, y es realmente trágico que no hubiera decidido hacerlo antes».

Otro que no ha ocultado su alegría ha sido Luis Figo, quien en un comienzo se había presentado como candidato al cargo y a través de las redes sociales se ha despachado con un:

Del mismo modo, Philippe Piat, presidente del Sindicato Internacional de Futbolistas Profesionales (FIFPro) y de la Unión Nacional de Futbolistas Profesionales (UNFP), que explicó que la salida de Blatter «es una buena noticia para la FIFA y para el fútbol», y agregó que «de no haberse ido habría sido difícil poner en marcha cualquier reforma».

Sin embargo, mientras todos los comentarios anteriores se condicen con el argumento de Blatter, muy distinta es la opinión de una Sudamérica que está tan involucrada en el escándalo, como el propio suizo.

Mientras los investigadores allanan oficinas en Argentina y en Uruguay se repiten una y otra vez la colección de episodios corruptos que Eugenio Figueredo, uno de los detenidos la pasada semana, realizó en sus épocas de presidente de la Asociación Uruguaya de Fútbol (AUF), y a la espera del comunicado de la CONMEBOL, anunciado para las próximas horas, los directivos de las diferentes asociaciones miembro han mostrado su sorpresa por una dimisión que Segio Jadue, presidente de la Asociación Chilena (ANFP), aseguró «se pudo haber hecho la semana anterior y haber ahorrado un gastadero de plata enorme al llevar a tres delegados por país de las 209 federaciones nuevamente a un congreso a elegir sus miembros».

«Es una decisión de carácter personal y que merece nuestra profunda comprensión», expresó la Federación Brasileña (CBF) en comunicado oficial, mientras que Wilmar Valdéz, presidente de la Asociación Uruguaya (AUF), catalogó la decisión como «inimaginable e inentendible».

Claro está, mientras el mundo se debatía si debía continuar o no en el cargo, al continente solo parecía importarle mantener la media plaza que le permite pelear por un quinto lugar en cada Mundial, algo con lo que Blatter ha presionado y en exceso a los directivos.

Continente que está sometido a contratos con empresas cuyos altos mandos están siendo investigados por el FBI y que por cierto, alberga países como Brasil, que se saltó todos los protocolos de organización del máximo certamen y que dejó enormes mantos de dudas en ese aspecto, mientras FIFA callaba; al propio Uruguay, usuario frecuente de esa franquicia para disputar el máximo certamen, o como Argentina, que le debe varios favores al Ejecutivo de la FIFA, pues basta recordar que tras un sorteo vergonzoso del Mundial de Brasil 2014 gracias al cual los albicelestes prácticamente no tuvieron opositor en su camino a la final de Maracaná, el órgano rector, tan rápido a la hora de tomar decisiones contra otros países que disputaron el evento, se calló la boca cuando la afición del vicecampeón del mundo cometió desmanes, cuando hubo infracciones constantes en las ruedas de prensa, reventa de entradas, y por si fuera poco, le otorgó el máximo galardón a Lionel Messi, quien hizo poco y nada en una final que Alemania ganó con gol de Goetze.

Que a nadie le suene extraña esta dualidad de criterios. El que sabe, sabe y pelea con argumentos. El que no, defiende a quien no debe.

 

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