Diego Forlán marca tendencia no sólo dentro del campo de juego, sino fuera de él. Utilizando la tecnología, como tantas veces, anunció la pasada media noche su retiro de una selección uruguaya en cuya historia escribió páginas de oro como tercera generación de una familia que acumula cuatro Copas de América.

Llega un momento en que el DNI comienza a pesar. Y lo más sensato es retirarse a tiempo, antes de que la imagen del ídolo se deteriore. Esto parece ser lo que impulsó al delantero a dar un paso al costado exactamente tres meses antes de que comience una nueva edición del torneo de selecciones más antiguo del Mundo.

Así como en Sudáfrica 2010 se destacó por abrir camino en las redes sociales, y más tarde dio a conocer su boda (no realizada finalmente) por twitter, esta vez Cachavacha creó expectativa durante toda la jornada del miércoles al indicar que por la noche, daría a conocer una importante noticia sobre su carrera. Muchas fueron las teorías que se crearon durante el día alrededor del mundo, pero principalmente en su país natal, donde la rueda de prensa se pudo ver mediante una plataforma online proporcionada por la compañía estatal de telefonía.

«El motivo es anunciar mi retiro de la selección uruguaya. Fueron muchos años vistiendo esa camiseta, más de lo que hubiera soñado, y me siento un privilegiado», explicó visiblemente emocionado.

Atrás quedan 13 años en los cuales sus goles, 36 en 112 partidos, le llevaron a ser el segundo máximo goleador de la absoluta, solo por detrás de Luis Suárez, con quien tuvo la oportunidad de compartir tantos momentos en los últimos años.

Atrás queda su doblete ante Paraguay en la final de la Copa América de Argentina 2011, que significó el título continental número 15 para Uruguay, y el cuarto para su hogar, pues tanto su padre Pablo Forlán como su abuelo Juan Carlos Corazzo, lo ganaron anteriormente como futbolista y entrenador.

Atrás quedan sus goles en el Mundial de Sudáfrica 2010, donde sus cinco goles además de colocarle entre los máximos killers de la edición, le hicieron ganador del Balón de Oro, algo que hasta entonces parecía imposible para un futbolista sudamericano que no fuera argentino o brasileño.

Atrás quedaron tantas anécdotas de salas de aeropuertos, donde pasó tantas horas mientras mezclaba su universo Celeste con el de los equipos por los cuales, les tocó pasar.

Su magia sigue intacta, y ha prometido seguir jugando mientras le den las piernas. Quizás no sea el Cerezo de Osaka el mejor destino para quien fuera dos veces Pichichi de la Liga Española (Villarreal 2004-2005 y Atlético de Madrid 2008-2009) y Bota de Oro de la UEFA, pero al menos sabemos que en cualquier momento, puede volver al occidente, tentado por algún equipo que quiera nutrirse de los valores que puede promover este Señor del Fútbol, y de lo mucho que puede enseñar.

Porque para transmitir conocimiento y valores hace falta tener ganas de vivir la vida. Y esas… ¡esas a Forlán le sobran!

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