Abro el periódico: “Intocable, intransferible, no está en venta, sucesor de la estrella de turno”. Imaginad por un momento que ese texto habla de vosotros. Sois el orgullo de los vuestros y la envidia de los demás, el blanco de todos los elogios, la viga donde se sujeta las ilusión de miles de personas, el encargado de llevar a la gloria a un equipo, a una afición o incluso a un país…sois el elegido. Ahora imaginad que los elogios se tornan en críticas y la gloria se convierte en el fracaso más estrepitoso. ¿Qué haríais entonces? ¿Estaríais preparados para leer y escuchar lo que se os vendría encima? Nadie está preparado para saber qué piensan de él los demás. Ni la persona más fuerte, con muchos años de fama a sus espaldas consigue construir una coraza lo suficientemente gruesa para soportar un golpe tan doloroso como el que supone una caída desde lo más alto del podio. De número uno a nada.

Esto es precisamente lo que ocurre al hacer afirmaciones de determinados jugadores. Absolutamente todo el mundo es prescindible. Quien fue el mejor del mundo ahora puede ser el más odiado del equipo, quien iba a ser una estrella se dedica a calentar el banquillo y ya ni siquiera se menciona el nombre de quien vendía millones de camisetas. La situación de una persona, un equipo o un club puede cambiar en un segundo.

El Real Madrid es un equipo exigente y tan pronto se ficha al jugador de turno que pide a gritos la afición como se rompe una ampliación de contrato. Encumbrar a un jovencísimo y casi desconocido jugador solo porque va a militar en el club o porque puede ser el sucesor de una de las piezas más importantes del equipo, censurar y reprobar a un veterano porque lo fue todo y ya no lo es; actos que todos hemos cometido no una vez, sino miles, y que no ocurrirían (o lo harían en menor medida) si no esperásemos la divinidad de hombres de carne y hueso.

La película “El crepúsculo de los dioses” se rodó en 1950 y retrata el ego, el paso de los años, la decadencia y la pérdida de la fama desde un punto de vista que no se ha vuelto a repetir. Tal vez porque es algo que da verdadero miedo y es muy difícil de asimilar. Llevar a alguien a ciegas a lo más alto es un riesgo que se puede correr si somos conscientes de que la caída puede ser mortal.

Don Alfredo Di Stéfano decía que ningún jugador es tan bueno como todos juntos. Y en el Real Madrid, menos.

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Antía André

"Ningún jugador es mejor que todos juntos". Alfredo Di Stéfano.

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