Hoy hace un año que el sabio de Hortaleza cerraba los ojos parar siempre. La leucemia que padeció en silencio lograba anotarle el peor de los goles. Sin embargo, su preciada trayectoria le mantendrá vivo en la historia del fútbol.

Luis Aragonés conoció la gloria y el infierno del fútbol y entre dos mares supo naufragar. Su particular carácter lleno de contradicciones le valió para ser único. Te gustaba o le odiabas, pero en ambos casos lo admirabas por lo que había hecho, lo que haría y lo que era, una futura leyenda.

Como jugador estará eternamente ligado al Atlético de Madrid. La sangre rojiblanca era una de sus mayores virtudes. Jugó, entrenó, creció y se hizo sabio en el Calderón.

Uno de los padres del contraataque y creador de la histórica “La Roja”, Luis Aragonés cosechaba éxitos paso a paso. Primero lo hizo como jugador. Jugó 372 con el equipo que llevaba en el corazón, anotó 172 goles y ganó en 3 ocasiones la Liga y en 2 la Copa de España. Así, se le bautizó como “el zapatones”. Sin embargo, con el bautizo no finalizaba su carrera, empezaba la de entrenador que sería aún mejor.

Como entrenador destacó por su técnica, su saber estar pero también por su maravilloso don de palabra. Convencía y motivaba al vestuario entero minutos antes de saltar sobre el terreno de juego y eso no es tarea fácil. Él lo logró.

Luis Aragonés ganó y de que manera: “ganar, ganar, ganar, y volver a ganar, ganar y ganar y volver a ganar, eso es el fútbol señores”. Esta memorable frase seguirá recordándolo ya que en el fútbol como en la vida hay que ser mágico y luchador.

Sobre El Autor

Mireia Morais

“No hay nada más peligroso que no arriesgarse.” Pep Guardiola.

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