Con el paso de los años me he ido moderando. Cuando voy a los estadios como aficionada animo, observo y me lo paso bien haciendo algo que me gusta, como es ver fútbol. Y cuando lo hago como periodista simplemente analizo y trabajo. Sin más.

Conozco la adrenalina de gritar a los jugadores del otro equipo, al árbitro y la afición rival. Siempre he pensado que en la grada nos transformamos, igual que cuando conducimos y, como dijo una vez un charlatán de los que dan discursos en Speaker´s Corner; nos convertimos en seres agresivos y despreciables.

Nunca llevaría a mi hermana pequeña al fútbol. No voy a dejar que escuche las palabrotas que se dicen, los insultos racistas, machistas, xenófobos…Nos ganamos a pulso que a los futboleros se nos asocie con gente inculta, violenta y malhablada.

Y no nos engañemos, que no son solo los ultras. Somos todos. ¿O alguien ha ido alguna vez a un partido y no ha gritado al rival? Que sí, que tal vez estoy exagerando pero es que nos hemos acostumbrado. Fuera del campo somos personas racionales y con comportamientos normales, dentro somos animales. Y lo aceptamos.

¿Qué se le pasa a alguien por la cabeza para llevar al campo una cabeza de cochinillo? ¿Y para crear una pancarta ofensiva hacia la pareja o los hijos de un jugador? ¿O cantar a los muertos del rival?

Que bastante tenemos con los imbéciles que mezclan fútbol con política. Yo no pienso dejar que se me asocie con esa gentuza. A lo mejor me doy cuenta tarde, pero esto no es fútbol. Esto da asco.

Sobre El Autor

Antía André

"Ningún jugador es mejor que todos juntos". Alfredo Di Stéfano.

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