“Seguramente me dirán:

haz aquí en tu propia tierra todos esos prodigios que hemos oído que has hecho en Cafarnaúm.

Yo les aseguro que nadie es profeta en su tierra”. 

La Biblia también trae algunos ejemplos aplicables a las situaciones de la vida (y del fútbol), y no necesariamente debes ser creyente para aplicarlos. Como este relato de Mateo 13:53-58, que viene al caso para este cuento…

A pesar de que todos repetimos el verso de que ‘el fútbol es dinámico’, y no un ‘futbolín’ y los jugadores se mueven en función de las necesidades del juego… desde hace muchos años, en España se habla de un ‘9’ para la selección. Y hasta de un ‘falso 9’, una figura creada a partir de la necesidad de calificar la ausencia de un delantero definido, de alguna manera coherente.

Del mismo modo, desde hace muchos años intentamos explicar los errores por la ausencia del famoso ‘9’. Como si esa figura fuera indispensable para hacer goles, cuando claro está que para ganar no sólo necesitas anotar, sino marcar y tener solidez del medio campo hacia atrás para evitar encagar también. Como si La Roja no hubiera demostrado ya que puede ganar sin un ‘9’. ¿Que requiere adaptación? Como muchas cosas en la vida. ¿Que se puede hacer? Pues claro que sí.

Así pues, en busca del ‘9’, o del ‘falso 9’ que haga los goles necesarios para que la absoluta gane, Don Vicente del Bosque ha probado unos, ha desechado otros… ha nacionalizado a Diego Costa. Con mi aprobación, os aclaro. Le veo un tío muy capaz, pero con un problema: Se ha acostumbrado a la velocidad y a los contraataques del Atlético de Madrid, donde triunfó. Perpetuó esas condiciones al Chelsea, y a pesar de que también comparte dupla en España con Cesc Fábregas, no ha tenido todavía el tiempo de adaptación al ‘tiki-taka’ a puro toque, que tanto éxito le dio a España. Y claro está, sus ocasionales compañeros, acostumbrados a ese estilo de juego forjado en un proceso que lleva muchos años ya, no se entienden con él.

De todos modos, yo no le quitaría. Le tendría siempre allí. Sobre todo mientras se acerca el turno de este crío de 22 años, cuatro menos que el Lagarto, formado en las categorías inferiores del Atlético de Madrid y del Getafe que en 2008, pasó al fútbol base del Real Madrid. Sí. Os hablo de Álvaro Morata.

Jornada tras jornada, nos maravillamos con los goles que hace con la elástica de la Juventus, y en algún momento, hasta con su expulsión. Lo mejor que le ha podido pasar a Morata ha sido salir del club merengue, donde le apañaban como el canterano que ha sido. Salir, emigrar le ha dado dos cosas muy importantes.

Por un lado, la posibilidad de pelear en un club donde no tiene pasado, donde puede ser uno más y entrar desde el banquillo o en el once inicial y triunfar por sus propios méritos, sin que digan que es hijo de… o que debe jugar de tal o cual manera porque es canterano. Por el otro, irse a Italia le ha dado la garra y la malicia que un delantero tiene que tener para guiar a su equipo al triunfo.

Porque siempre ha sabido adaptar su juego a sus capacidades. Siempre ha tenido potencia, ha sabido desmarcarse y pensar, en una fracción de segundo si chutar a puerta o lanzar el balón a un compañero. Pero  siempre le ha faltado también esa picardía, y ¿por qué no?… esa ‘malicia‘ que tiene, por ejemplo, Jesé Rodríguez quien a pesar de tener una carrera casi paralela, se ha destacado un poquitín más que Morata en el Madrid.

Le falta moldear todavía un poco más su carácter y su estilo de juego para merecer ser el ‘9’ o el ‘falso 9’ de la absoluta, pero va por buen camino. Quizás la Eurocopa 2016 sea una buena oportunidad para confirmarse y largo trecho tendrá antes, para probarse.  Porque hay algo que es real: Todo surge del error. Si no pruebas, te quedas con la duda y lo bueno de Morata, es que ha sido parte del proceso, de las ideas de Del Bosque y conoce, al dedillo, el estilo de juego de la selección.

En ese aspecto, Morata, a sus 22 años, le lleva una gran ventaja a Diego Costa. De lo demás se encargarán él mismo y sus ganas de superarse, las que ya ha demostrado que sobran, y la Juventus, que está forjando al futuro ‘9’ de España.

Y un detalle no menor. Tiene a Fernando Llorente como espejo donde mirarse. Otro que sabe muy bien lo que es ser profeta lejos de su tierra.

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