¿Dónde están las cámaras? Eso pensarían los actores del partido entre Uruguay y Chile, salvo Jara y Cavani. El ambiente estaba caldeado, en la previa se había hablado poco de fútbol y los del césped se contagiaron de las gradas a los pocos minutos de comenzar el choque. El desenlace de la película tuvo el saludo mostrado en la foto de cabecera y unas disculpas en privado que Gonzalo Jara le dedicó a Edinson Cavani. Todo ello con los cinco dedos de su mano protegiendo ese velado secreto.

La ceremonia inicial con los himnos fue agitada en ambos sectores pero sin fundamentos por igual. Aficionados chilenos se quejaron de que el himno de su país fue interrumpido y silenciado por la megafonía. Esta queja no es correcta. La normativa Conmebol obliga a que el himno dure un minuto y 30 segundos. No puede durar más. Lo habitual si eres local es que pasen esos 90 segundos y dejes un espacio para que la afición cante a cappella. Es decir, es la propia federación chilena (ANFP) quien manda el archivo de 90 segundos que se debe reproducir. En este caso, en el partido del martes en Montevideo, y ciñéndose a la normativa, Uruguay reprodujo su himno tras los 90 segundos reglamentarios del chileno. Algo que sí se puede achacar al público asistente del Centenario fue que durante la reproducción del himno chileno, el aficionado uruguayo abucheó durante toda su sinfonía. Esta actitud contrasta con la de los aficionados chilenos en el Nacional de Santiago cuando muestran tarjetas verdes en señal de respeto hacia el himno del rival, en lugar de abuchear. En cualquier caso, la problemática en Montevideo es habitual a nivel mundial.

Para agregarle más picante a esta jornada de Eliminatorias Sudamericanas se había rumoreado que los jugadores no saludarían a Jara en el pasamanos previo al pitido inicial. El motivo no hace falta que lo recordemos, pero tirando de generalizaciones afirmamos que los uruguayos querían vengar el acto de Jara a Cavani en la Copa América y los chilenos, calientes, porque los charrúas supuestamente no supieron perder. Todo este perfume se quedo encerrado en el frasco y no contaminó en frío a los 22 protagonistas del choque. Al chileno se le saludó con total normalidad y el defensa hizo lo propio con los rivales.

La grada parecía querer recordar a sus jugadores que el ambiente hostil tenía que existir y lo dejaba patente con una sórdida pitada a Gonzalo Jara cuando este tocaba cada balón. Ni las sinfonías a Piqué suenan así. Los chilenos se contagiaron rápidamente y la prueba la dejó Arturo Vidal con su sobreexcitación y amarilla en los minutos iniciales. La deportividad se olvidó y todos se centraron en el árbitro. Finalizó el primer tiempo y los jugadores de ambos equipos acabaron enfrentados unos a otros, sin abandonar el rectángulo de juego. Tras el descanso salieron al césped y ambos equipos acudieron a hablar con el colegiado. Y por si fuera poco, el árbitro del encuentro expulsó a Valdivia cuando ya había pitado el final del partido. Obsesión pura y dura.

Chile cayó en el juego de Uruguay y así se reflejó en el marcador. Contundente 3-0 a favor del sólido equipo de Tabárez. Los tres tantos por arriba, irresponsabilidad de los chilenos porque esa es una de las mejores armas que tiene ‘la celeste’. La única buena noticia para ‘la roja’ la encontramos en las declaraciones de Jorge Sampaoli en rueda de prensa posterior al encuentro. Nada de dimitir, nada de dar un paso al costado. Sampaoli sigue al frente de la selección chilena pese a los últimos terremotos que han sacudido la presidencia de la ANFP. Hasta nuevo aviso, claro. El argentino ya piensa en cómo derrotar a su Argentina el próximo mes de marzo, cuyo partido no contará con la presencia de Valdivia y Vidal.

Visualicemos la foto de cabecera e imaginémonos un partido tan eléctrico (por llamarlo de alguna manera). Seguro que después de ver el saludo y disculpa de Jara a Cavani, más de uno pensó: ¿Para qué tanto show? Se quedaron solos. Porque durante el partido ambos mostraron deportividad y nunca se enfrascaron en otra absurda polémica. ¿Dónde están las cámaras? ¿Tanta excitación para que los protagonistas acaben sonriendo y nosotros peleados? Al rincón de pensar.

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