El avión aterriza en el aeropuerto de Gran Canaria, son casi las seis y media de la tarde (hora canaria) de un domingo 21 de junio. Tan pronto como pueden, apenas aparcados en la terminal, los pasajeros encienden sus teléfonos ansiosos. Varios de las últimas filas se arremolinan en torno a una tablet, corre el minuto 32 del partido que enfrenta a la U.D. Las Palmas y al Zaragoza y, de repente, se desata la locura. ¡Gooooool de Roque! cantan las gargantas mientras esperan a salir del avión. Y el desembarque se convierte en una fiesta.

Una marea amarilla inundó la isla para alentar al equipo.

Las Palmas está más cerca de volver a Primera, sin embargo, el segundo gol, el que daría ascenso a los canarios, se hace esperar. La isla vive en el estadio de Gran Canaria, en las casas adornadas de banderas, en los bares, en las terrazas de la plaza de la Victoria… Todos creen en el gol, en la recompensa por el dolor sufrido un año atrás, en esa ley no escrita que dice que el fútbol les debe una…

Todos con Las Palmas

Y los que no creen en leyes universales, simplemente, creen en Araujo. Y el máximo goleador no defrauda, aunque alargue el sufrimiento hasta el 83. A partir de ahí el desenfreno contenido, los comentarios de «estamos en Primera» acallados por miradas reprobadoras, los nervios, el lento correr de los minutos finales, el fantasma del 22J en las cabezas de los aficionados amarillos… ¡y el pitido final! Gritos, abrazos, lágrimas y una isla entera de fiesta por un equipo que vuelve a Primera trece años después.

Las calles de Las Palmas se visten de fiesta.

Las calles se llenan rápidamente de bocinas, de cánticos, de banderas, de familias enteras que, enfundadas sus camisetas amarillas, se dirigen a la Plaza de la Victoria. Una vez allí todo es alboroto, música, gente… ¡fiesta! Hasta las «guaguas» y los camiones de bomberos se unen a la celebración.

Familias enteras acuden a la celebración del ascenso.

Hoy, poco más de una semana después, en los despachos del club se trabaja a destajo para conseguir un equipo competitivo en la Liga BBVA y para hacer frente a la enorme demanda de abonados de cara a la temporada que viene.

El 16 de julio la U.D. Las Palmas vuelve a trabajo y lo hará, seguro, bajo las órdenes de Paco Herrera, el técnico del milagro, con Sergio Araujo como jugador amarillo para los próximos cinco años y como equipo de Primera división. ¡Bienvenidos! PÍO, PÍO.

 

La Plaza de la Victoria, centro de la celebración.

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