Hace tiempo que se convirtió en costumbre el colgar del balcón de casa la bandera de tus favoritos cuando éstos conseguían un triunfo importante. Yo también lo hacía hasta que llegó un día en el que decidí dejarla permanentemente colgada. Compré una a medida de la barandilla y lucía orgullosa los colores txuriurdin. El otro día llegaba a casa, alcé la vista y me di cuenta de que iba siendo hora de lavar la bandera ya que lucía descolorida. Tras tres años colgada ha sufrido las inclemencias del clima y el inevitable polvo y suciedad se iban acumulando haciendo que los colores parecieran apagados y mates. Cuando solté las cuerdas que la sostenían observé que no era sólo suciedad: la tela se deshilachaba y rompía nada más tocarla porque se había quemado debido a los efectos del sol y demás agentes externos. Me daba pena porque le tenía cariño (la compré tras clasificarnos para la Champions) pero tiré la bandera a la basura y encargué una nueva con las medidas aptas para mi balcón. Cuando algo no sirve por la razón que sea hay que sustituirlo. Penas las justas.

Llevamos varias temporadas sufriendo los efectos de una mala gestión deportiva y directiva en nuestra querida Real Sociedad. Los aficionados más viejos del lugar ya no reconocen a un club que fue ejemplo tanto en el césped como fuera del mismo. Hace unas semanas se celebró una mesa redonda organizada de forma conjunta por los Cursos de Verano de la UPV:EHU y Real Sociedad Fundazioa y contó con la presencia de Iñaki Gabilondo, Juanjo Álvarez, Ruth Pérez de Anucita y Ander Izagirre. Al mismo asistieron, entre otros, el presidente Aperri, el director deportivo Loren, el nuevo director de fútbol de la Real, Roberto Olabe, y también el entrenador del primer equipo, Eusebio. En un momento dado, Iñaki Gabilondo dijo lo que muchos aficionados y seguidores de la Real Sociedad compartimos, desgraciadamente, desde hace tiempo: “Esta Real Sociedad está totalmente desnortada y descolocada” o “en los dos últimos años el equipo ha dejado de tener la intensidad que históricamente ha tenido”. Allí, teniendo en primera fila al presidente y a los directores deportivos. Alto y claro. En otro momento del debate, Gabilondo dijo que la “Real es un equipo soso, muy soso”. Otra vez alto y claro, y con el míster Eusebio de oyente.

Sufrimos viendo cómo nuestra señal de identidad se pierde, no reconocemos a nuestro club y nos duele el alma ver cómo deambulamos no sólo por los distintos campos de la Primera División, sino también por nuestro propio campo. No es suficiente hacer un partido bueno porque no nos conformamos solo con días de San Valentín o cumpleaños; queremos y merecemos días de fiesta todos los partidos. Añoramos conjugar juntos el verbo disfrutar.

La Real Sociedad ya no transmite, ni dentro del campo ni fuera de él. La temporada no ha hecho más que empezar pero no hay ilusión en el aficionado y eso es algo que se transmite desde el club y lamentablemente no es nada nuevo. Poca ambición, pocas ganas y poco ilusión. Y el último ejemplo de este desaguisado el partido contra el Eibar: Salir al campo con una alineación que nadie entiende y que invitaba a la renuncia a cualquier resultado positivo dejando a los mejores activos de la Real en el banquillo; cambios incomprensibles que dejaron el camino libre para el triunfo de los armeros.

Y el problema no se ciñe sólo al césped y a los jugadores, el clima de desconexión viene desde la cúspide del club pasando por todos los estamentos; la distancia es cada vez mayor con el socio y el aficionado: el club en una burbuja, el resto fuera esperando que todo vuelva a ser como era.

La mayor desesperación de esta situación es que no es nueva, que últimamente se repite temporada tras temporada y que no se hace nada por resolver el problema; que seguimos igual. Es lamentable que un artículo publicado la temporada anterior (marzo) siga teniendo vigencia http://elvestuario.es/tenemos-que-hablar/

Tenemos que lavar la bandera porque está ajada, deshilachada, manoseada, desgastada, deslucida, desenfocada y deteriorada.

Sobre El Autor

Elisa Manterola

"Salir a ganar, negarse a perder" Thomas Rongen.

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