Curioso esto de la vida. Cuando somos niños, queremos ser mayores; cuando somos jóvenes, tenemos demasiada prisa para todo: prisa para saber, prisa para sentir que somos nosotros los que controlamos nuestras vidas, prisa para experimentar lo prohibido… prisa por vivir; y cuando ya llegamos a la madurez, nos negamos a envejecer y disfrazamos nuestra edad.
Recuerdo perfectamente mi primera vez, como si fuera ayer. No fue placentero sino doloroso cuando de repente, sin avisar y rompiendo el himen de mi inocente existencia juvenil aquella frase penetró en mi cerebro despertando mi conciencia: “¿En qué le puedo atender, señora?” ¿Señora? ¿Me ha llamado señora? Fue allí cuando me di cuenta de que hacía tiempo que se me había caducado la Tarjeta Joven, de que la gravedad comenzaba a mostrar el resultado de un trabajo de años; consciente de que la vida iba dejando sus señas en mi piel, en mis músculos y en mi esqueleto. Pero el paso de los años también va dejando su poso en el recuerdo, la memoria, el alma y el corazón. Y eso no lo borra nadie.

Este fin de semana, sábado 25 y domingo 26, celebraremos nuestros dos campeonatos de Liga conseguidos en Atotxa contra el Athletic y en El Molinón contra el Sporting respectivamente. Yo estuve allí, y esa es una de las ventajas de peinar canas hoy en día; haber vivido esos acontecimientos no los cambio por ninguna tarjeta joven, ni por unas arrugas menos o unos pechos más firmes. Esos años, 1981 (Gijón) y 1982 (Atotxa) la Real ganó las ligas peleando hasta el último partido, hasta el último minuto.https://publisher.qbrick.com/Embed.aspx?mid=77D4DD46

No podía dejar de pensar en ello cuando se me caía el alma a los pies al ver a la Real deambular y hacer el ridículo por el campo de Martínez Valero en su partido contra el Elche el lunes pasado. Dos tiros a puerta en todo el partido dicen mucho del juego de la Real y muy poco de sus jugadores. Aunque las posibilidades por conseguir la plaza europea fueran pocas, no entendía que los jugadores las echaran por tierra y mostraran una actitud de estar ya de vacaciones, sin amor propio, ni orgullo. Las palabras del entrenador, Moyes, unos días antes retumbaban en mi cabeza una y otra vez: “Si juegas en la Real y no estás motivado tienes un problema y no deberías estar aquí”.

Ya es hora de que alguien tome en este equipo las decisiones que sean necesarias para que los aficionados txuriurdin no volvamos a sentir nunca más la vergüenza que sufrimos en Elche. Chicos, la liga no ha terminado todavía; las vacaciones no han llegado; el trabajo está sin terminar. Quizá alguien tenga que contar a estos jugadores aquellas ligas logradas en la última jornada sudando la camiseta hasta el último segundo. Quizá.

Y este fin de semana volveré a celebrar y a acariciar las marcas de la felicidad que hace ya más de una treintena de años la vida dejó tatuadas en mi alma.

Sobre El Autor

Elisa Manterola

"Salir a ganar, negarse a perder" Thomas Rongen.

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