«El roce hace el cariño«, o eso nos han querido hacer ver toda la vida. Yo, sinceramente, no lo creo. Y el fútbol también puede servirnos como ejemplo. ¿Cuántas veces podéis haber discutido con esas personas tan cercanas? No por pasar más tiempo con ellas se les coge más de ese supuesto cariño, ni se olvidan las pequeñas tensiones. No señor. Es más, en la mayor parte de las circunstancias es precisamente pasar tanto tiempo con alguien lo que acrecienta determinadas desigualdades que acaban por explotar. Lo malo del deporte de alto nivel es que, probablemente, el día que explotes haya alguna cámara o periodista cerca capaz de captarlo.

En las últimas semanas no ha faltado medio de comunicación, bar o reunión de amigos donde no haya salido de alguna forma a relucir la supuesta mala relación entre Lionel Messi y Luis Enrique. El último en echar, como se diría comúnmente, un poco de leña al fuego ha sido Jeremy Mathieu. El jugador del FC Barcelona realizó un comentario en rueda de prensa que está dando mucho que hablar. Probablemente incluso más de lo que él se suponía cuando pronunció semejantes palabras. Según el jugador, un día en un entrenamiento la cosa entre el astro argentino y el entrenador subió de tono, por una mala reacción tras una jugada o similares, vamos, nada que se escape fuera de lo normal. Pero como todos sabemos, en caso de que existan pequeñas rencillas, basta la mínima gota para que el agua rebase el borde y se nos derrame todo el vaso. Puede ser que esto viniese de antes, o que, simplemente se esté sacando todo de madre.
No seré yo quien ponga la mano en el fuego por la inexistencia de tensiones, mala relación o cualquier otra cosa natural y humana. No sería la primera vez que vemos algo así en el fútbol, y es que basta echar un poquito la vista atrás (sin irnos demasiado lejos) para ver otras situaciones similares. Y es que, parece que ahora que son los culés quienes están en boca por esta pelea/discusión o como la queráis denominar, se nos olvidan otras. ¿Qué habría sido de nosotros sin el culebrón Mourinho-Iker en el Real Madrid, el de Ibrahimovic con su «filosofer» a la par que entrenador Pep Guardiola pasando por la «amistad» que distanció a Forlán de Quique Sánchez Flores (y que acabó con ambos fuera del Atleti)? No sólo en el fútbol español pasan estas cosas, es más, un caso bastante sonado fue el que salpicó al Manchester City de Roberto Mancini. El entrenador mandó calentar en la banda a uno de sus jugadores insignia, Carlos Tévez y ante la negativa de este, la represalia no se hizo esperar. Meses sin vestir la camiseta del club. CASTIGO EJEMPLAR. AQUÍ MANDO YO.
Y es quizás esa necesidad imperiosa de jugadores y entrenadores de demostrar quién lleva la voz cantante, la que hace que en muchas ocasiones, pequeños roces, discusiones sin más, acaben como todas estas. Creando una especie de mundo paralelo, una especie de nebulosa llena de recriminaciones y reproches enquistados que en la mayor parte de las ocasiones acaban salpicando a lo verdaderamente importante, el fútbol. Los resultados y los comportamientos sobre el terreno de juego pueden verse dañados por no solucionar las cosas, y como aquí no nos sirve el clásico «daos la manita y pedíos perdón como niños buenos«, tendremos que esperar a que sea la razón, esa  que se les presupone a personas ya adultas, la que dicte la forma de actuar.

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