«Cuanto mayor es la dificultad, mayor es la gloria«, esta frase de Marco Tulio Cicerón puede definir a la perfección el estado de embriaguez de gloria, cambio y motivación que vive el Sevilla. En toda historia hay puntos de inflexión. Fechas. Actos. La del Sevilla FC está en 2006. Un club que se constituye como tal un 14 de octubre de 1905, un conjunto centenario que hasta este comienzo del siglo XXI era, si se me permite la expresión, un secundario. Un conjunto bueno para nuestras fronteras pero «poco conocido» más allá de ellas. Todo cambió. Las cosas cambian, eso dicen ¿no?.

Una fecha, 10 de Mayo de 2006. Un resultado, 0-4. Un equipo, el Sevilla FC. Los andaluces levantaban su primera Copa UEFA. Subían los brazos, subían la cabeza, decían «aquí estamos». Desde ese mismo instante, la historia del conjunto hispalense se ha modificado, ha pasado a ser un nuevo referente, un nuevo equipo al que prestar atención y al que temer en Europa. El Middlesbourgh FC fue la víctima, no sería la única. Y sobre todo, no iba a ser la última. La sombra del Sevilla comenzaba a alargarse. A hacerse grande, a ser aún más grande.

No acabaría ahí su idilio con el año 2006. El 25 de agosto del mismo año, los sevillistas conquistaban la Supercopa de Europa frente al FC Barcelona. Quién sabe las vueltas que da la vida y el fútbol en ella. Quizás, con algo de suerte, ese enfrentamiento pueda volver a repetirse este año. 2006 Estaba poblado de nombres que las filas del Sevilla no olvidará jamás: Dani Alves, Kanouté, Saviola, Palop…¿recordáis este Sevilla? Nada que ver con el de hoy en día. El conjunto que ahora conforman nombres como Bacca, Vitolo, Sergio Rico o Iborra; ellos son los que esta vez pueden volver a hacer historia si consiguen la cuarta Copa de UEFA Europa League.

El Sevilla no se cansa de jugar en la que, como en muchas veces he dicho ya, es «su» competición. Es por ello que en 2007 demostró que era capaz de ganarla de nuevo, y de hecho lo hizo. Un 16 de mayo y frente a un conjunto de dentro de nuestras fronteras, el RCD Espanyol. De nuevo un título. De nuevo una ilusión. De nuevo la consecución de un triunfo. De nuevo en la cúspide de Europa. Un buen año ese. Como si de un vino se tratase, el Sevilla selló en 2007 la mejor de sus cosechas. El 23 de junio ganó la Copa del Rey y el 19 de agosto se alzó con la Supercopa de España. Una temporada irrepetible y por supuesto inolvidable para los rojiblancos.

Unos años más tarde, en 2014, llegaría la tercera. Y es que ya saben lo que se dice: «no hay dos sin tres«. Y el sevillismo no iba a quedarse sin ella. Frente al SL Benfica, un 14 de mayo, el Sevilla FC levantó la que hasta ahora es su última Europa League. Y digo hasta ahora porque tras vencer por 0-2 a la AC Fiorentina se plantan de nuevo en una final. Esta vez en Viena. Y es que Viena era el destino desde el inicio. Hay equipos a los que ciertas competiciones se les dan bien, luego está el Sevilla. Dueño y señor de la Europa League y que se verá las caras con el Dnipro, a quien esperamos conviertan en su próxima víctima continental.

Llevo desde el principio hablando del punto de inflexión del Sevilla en 2006. Sinceramente puede que llegara un poco antes. En 2005. ¿Se hacen una idea de qué lo supuso? La llegada de él. El himno del centenario. Una canción que ha terminado por convertirse en el grito de guerra de una afición entregada y orgullosa. Un himno que habla de una ilusión que nació un 14 de octubre, y que aún a día de hoy se mantiene intacta. El Sevilla irá a por todas en una nueva final y pase lo que pase, estoy segura de algo: la Giralda volverá a presumir orgullosa.

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