Este mes de agosto se cumplían 73 del que fuera conocido como «El partido de la muerte«. Llevado al cine en varias ocasiones (la primera en 1964 con «El Tercer Tiempo«), el encuentro enfrentó a los antiguos componentes del Dinamo de Kiev frente a un equipo compuesto por orden de Hitler para frenar la «humillación» que suponía que unos soviéticos ganasen a cualquier alemán al fútbol. Una historia de poder, política, valores y fútbol, mucho fútbol.

El partido de la muerte tiene dos caras. La romántica, la que compone la leyenda que divulgaron años atrás Fedir Tyutchev, Mikhail Sviridovskiy y Makar Goncharenko y que de padres a hijos se ha ido haciendo más grande. La realista, la que buscan demostrar, sin más pruebas que el testimonio de algunos personajes que se vieron allí involucrados. Lo cierto es que cada quién decide cuál es la que cree.

Todo sucedió en el año 1942. Europa entera vivía las consecuencias de una Alemania nazi y ningún campo quedaba lejos de su alcance. Tanto es así que no tardaría en extender sus garras al ámbito deportivo. Es bien sabido que el fútbol mueve masas y por ello, es siempre elegido como medio de propaganda política, alejado completamente de su significado real y de los valores que defiende. El Dinamo de Kiev, equipo ucraniano, fue prohibido por el régimen nazi debido a que sus componentes era policías del partido comunista.

Un viejo fanático del Dinamo, un panadero llamado Kordyk, se encontró un día por Kiev con el exportero del equipo de sus amores. Una idea le vino a la mente aquel día, quién sabe por qué, y decidió que aquel hombre Mykola Trusevych, le ayudaría a localizar a la explantilla para poder volver a jugar partidos. Abandonando su antiguo nombre, pasaron a ser bautizados como el FC Stars. Aquel plantel de jugadores ucranianos demostró su valía y ganó los encuentros disputados. En su andadura tropezaron con dos equipos alemanes que fueron derrotados levantando ampollas en el honor alemán de Hitler. Aquellos «panaderos» avergorzaban la imagen germana y es por ello que el dictador se planteó acabar con su vida para quitarles de en medio. La propuesta pronto fue descartada, por temor a convertirles en héroes para los enemigos del pueblo nazi, por lo que surgió otra idea: crear un equipo de fútbol que les derrotase en un partido.

Hitler reunió a los mejores futbolistas de la época, grandes estrellas alemanas, para que se enfrentase al FC Stars y acabaran con aquellos comunistas que humillaban a Alemania. No saldría bien. El Flakelf, que así se llamaba el combinado nazi, perdió en la primera ocasión. Hubo revancha. Aquel encuentro, el conocido románticamente como el partido de la muerte, se disputaría el 9 de agosto de 1942. El estadio Zenit fue el lugar elegido y tanto el público como los árbitros (dirigía el encuentro un oficial de las SS), estaban de parte del equipo de Hitler. Agresiones, insultos, menosprecios… todo tenía cabida y nada era señalado pese a las protestas de los soviéticos.

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Cuenta la historia que ninguno de los jugadores del FC Stars realizó el saludo nazi al inicio del encuentro. También cuenta que, durante el descanso, cuando los comunistas ya iban por delante en el marcador, los nazis acudieron al vestuario a amenazarles, argumentando que si no perdían ese partido su destino sería la muerte. El encuentro terminó con victoria 3-5 y humillación completa para los alemanes. Incluso el árbitro finalizó el encuentro antes de los 90 minutos cuando Klimenko, uno de los jugadores del FC Stars, decidió fallar a propósito un gol que hubiera supuesto el sexto para los suyos.

Los «panaderos» continuaron jugando una semana más, hasta que varios de sus componentes fueron detenidos por la Gestapo y llevados a un campo de concentración. Uno pereció por las torturas y otros tres finalmente murieron allí. Unas informaciones apuntan a que fueron fusilados, otras a que su final llegó debido a los pesados trabajos que desarrollaban. Lo cierto es que, de todos los que formaron el FC Stars, solo sobrevivieron tres.

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A día de hoy aún puede verse un monumento en honor de estos hombres en el estadio Zenit, rebautizado en 1981 como reconocimiento a sus héroes. Hubo insinuaciones de que quienes sobrevivieron presuntamente habrían vendido a sus compatriotas, aunque un juez obligó a retirar esas acusaciones hace ya tiempo por parecer infundadas. Podría daros la versión que rebate gran parte de esta gesta, pero, disculpadme que no lo haga. Me gusta pensar que pese a las amenazas eligieron morir, porque preferían eso que vivir siempre subyugados. En el fondo soy una romántica.

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